Hacía
ya dos horas que Robert se encontraba en el bar del viejo John, al cual solía
ir cada noche tras salir de trabajar, sin embargo esta vez estaba distinto, no podía
dejar de pensar en aquella chica, y en la vil forma que fue ultrajada. Robert
no podía evitar pensar en aquella pobre mujer mientras bebía a sorbos su vaso
de whisky.
Ya cansado, pago la cuenta y de un
trago termino su bebida, para emprender así camino a casa, únicamente acompañado
de la tenue luz de luna. El clima era frio por esos días allá en Point
Pleasant, comenzaba a nevar así que cerrando su abrigo y colocándose su
sombrero, el detective Robert Grand pasaba a retirarse.
A pesar del frio y de lo hermosa que
la nevada lucia, el no dejaba de pensar en aquella dulce chica, quien rogando
misericordia encontró en su agresor un macabro final, tanto así que mirando al
cielo llego a creer que el propio viento del norte le lloraban en señal de luto.
Abatido y cansado, llego casa cercas de la una de la madrugada, cuando sin
avisar, un estremecedor grito lo alerto. Corrió inmediatamente en dirección a
donde se escucho el grito, y casi inmediatamente, a la vuelta de la esquina,
diviso un auto de color negro que comenzaba a andar. Noto forcejeos dentro del vehículo,
y sin pensar desenfundo su .38 mientras gritaba a todo pulmón:
-- ¡Policía! ¡Detenga el vehículo!
Casi inmediatamente se escucho débilmente
la voz de una mujer saliendo del auto, rogando por ayuda, y sin más el
detective disparo a las llantas del automóvil, el cual abrió la puerta del
pasajero, dejando caer así a la chica que por poco logro escapar. Sin
detenerse, el auto acelero perdiéndose a la distancia, dejando a la chica muy
asustada y desorientada sobre el asfalto. Tras el escape del agresor, Robert
auxilio a aquella joven, que no pasaba mas allá de los veintiún años de edad, llevándola
al interior de su casa para darle refugio hasta que los refuerzos llegaran.
No paso más de una hora cuando la policía
ya se encontraba escoltando a la joven victima a la comisaria, actuando lo más rápido
y efectivamente posible, ya que era la cuarta chica que era a tacada por
alguien con auto de color negro. Aliviado por haber evitado una posible cuarta víctima
del agresor al que los periódicos llamaban “la sombra que acecha en las noches”,
no podía aun así dejar de pensar en el posible agresor, era obvio que aquella
joven agredida tan brutalmente hace ya casi una semana, había sido atacada por
la misma persona a quien Robert logro detener antes de que cobrara otra víctima
más.
Pasaron las semanas tras ese incidente,
y pareciera no haber sospechoso alguno, además de haber cesado por completo los
avistamientos del negro vehículo y sus ataques. Estos delitos habían abrumado
al ya veterano detective, quien tras ya veinte años de servicio, no pudo más
con la fuerte carga que le generaba decidiendo así retirarse de la fuerza para
vivir en paz. El caso fue reasignado a una joven y prometedor detective, quien
se veía en su primer caso y se tenían grandes expectativas de él, lo último que
el veterano Robert Grand escribió en las notas de la investigación, fueron un
mapa marcado con el patrón de avistamientos y ataques, un informe sobre el modus operandi del agresor, y una nota
escita que únicamente decía… “sigue las pistas”.
El ahora retirado detective se
retiro a su hogar, pasando justo a las dos de la mañana por el punto donde
disparo al vehículo aquella noche de hace casi un mes. Una vez frente a su
hogar, un extraño hombre llego:
-- Buenas noches señor- saludo
cordialmente el extraño
-- Buenas noches, supongo- respondió
algo confundido
-- ¿No es usted el policía que salvo
a esa pobre chica hace un mes?
-- Si ¿Por qué?
-- ¡Hombre! Pero si usted es un héroe
-- No, no lo soy, solo hice mi
trabajo- respondió el detective mientras tomaba las llaves de su casa
-- Lo sé, y quiero disculparme, pues
yo también debo hacer mi trabajo
Y sin más que decir, el hombre saco
de su bolsillo un revolver, y vació el cargador sobre el detective Grand, quien
cayó fulminado casi inmediatamente a la nieve. Su muerte fue tomada como un
homicidio sin relevancia para el caso que el detective investigaba, y el caso
quedo sin resolver, olvidado en los infinitos archivos de la unidad de
homicidios; pero hasta el día de hoy, hace casi 30 años, corre el rumor de que
su muerte buscaba encubrir evidencia sobre el ataque que detuvo, y que mas allá
de eso, buscaba silenciar algo mucho más grande, que los tres casos de violación
que el detective Grand investigaba.